Los Ponzi modernos y sus cantos de sirena

Los Ponzi modernos y sus cantos de sirena

Es probable que pocas personas hayan oído hablar del señor Carlo Ponzi: un italiano de finales del siglo XIX, a quien se le debe la identidad de un procedimiento financiero fraudulento que hoy día sigue atormentando a millones de personas. En su tiempo, Ponzi decidió crear una empresa con el fin de captar inversores proponiendo un 50% de interés en los primeros 90 días. En pocos meses este señor ya era millonario y tenía incontables empleados que se dedicaban a captar nuevos inversores a cambio de altas comisiones. Irónicamente, el financista murió en una sala de caridad de un hospital. Pero dejó tras de sí, además de numerosos estafados, un legado que muchas personas después de muchísimos años aún quieren seguir imitando.

¿Suena familiar esta historia? Más allá de lo anecdótico, puede ser útil conocer cómo funcionaba el negocio del Ponzi original para no caer rendidos por los cantos de sirena de los Ponzi modernos que ofrecen jugosos rendimientos cual mago que saca conejos del sombrero.

En la actualidad, el esquema Ponzi sigue siendo un sistema de inversión que promete beneficios sin un negocio real que lo sustente, porque esos beneficios surgen de los nuevos inversores quienes al entrar al negocio son los que pagan los beneficios a los que llegaron anteriormente. No importa cuán lucrativa y atractiva pueda ser una inversión, siempre hay un límite al número de inversores que se pueda atraer. Cada día que pasa se requiere de una mayor inversión para permitir devolver los beneficios que prometen y con los cuales la organización atrae nuevos inversores. Por lo tanto, el esquema comienza a desmoronarse cuando la cantidad de nueva inversión deja de crecer.

Los abuelos decían que soldado avisado no muere en guerra. Pero esto parece no aplicarse cuando el sentido común es perturbado por el afán, la codicia y la ambición de querer ganar dinero fácil. Así se ha visto en los últimos días con decenas de Pereiranos ingenuos que se agolpan desde muy tempranas horas en la puerta de una empresa para invertir su dinero, seducidos por las bondades de un interés desbordante y el milagro multiplicador del dinero.

Parece que para estas personas no es importante hacer preguntas, ni investigar sobre la procedencia de estas empresas pues prefieren arriesgar su dinero y confiar a ciegas en la rentabilidad que les prometen. Y como en una reedición distorsionada del milagro de los panes y los peces, estos nuevos fieles esperarán que su platica se multiplique hasta siempre, habiéndose librado de la "maldición" de trabajar.

Pese a las advertencias de las autoridades, los ejemplos de las miles de personas estafadas en las demás ciudades del país y las noticias que llegan a los oídos de estas personas sobre la posible estafa de la que pueden ser víctimas, no hacen disuadir a quienes quieren ganar dinero fácil e insisten en participar del supuesto negocio.

Hay tres tipos de personas que hacen estas inversiones: Los ambiciosos que son conscientes de que se trata de un fraude, pero pretenden ganar dinero y retirarse antes de que se derrumbe la pirámide. Los incautos que creen que entran en un grupo de inversores privilegiados y los que están convencidos de la legalidad de la inversión.

El dinero se ha convertido en el gran fetiche de las sociedades actuales, la gente se desespera por tener dinero. Quién no quiere ganarse el baloto o la lotería y volverse rico de la noche a la mañana. Esto entra en contradicción con una ética en la prosperidad basada en el trabajo duro y esforzado, seguramente no sean palabras gratas para las personas que acostumbran a vivir a costillas del dinero de los demás.

Me pregunto si no tendríamos que estar prevenidos ante estos negocios facilistas y volver a la ideología de garantizar una prosperidad por medio del trabajo y los negocios legales. Aunque hay que reconocer que hay formas de conseguir dinero fácil legalmente, pero quien nos mando a no ser tan lindos como Ronaldinho ó como muchos otros personajes tocados por la divinidad que con su sola sonrisa son capaces de facturar millones. -tocó ganarnos la platica trabajando un poquito más-.

Haciendo un recorrido virtual por blogs, foros y demás, me encontré con un excelente entrada del blog del Diario del Otún que deja ver las opiniones de las personas con respecto a este fenómeno. Para resumir bastaré citar algunos de los comentarios: "no seamos tan estúpidos y no metan la plata en una estafa que hace mucho tiempo ya esta cantada", "Estas empresas prestan un servicio a la comunidad, a diferencia de los monopolios que existen en el país, donde la riqueza esta concentrada en unos pocos, ustedes como medios de prensa están haciendo un gran daño con estos comentarios mal infundados, investiguen primero", "no son pirámides, solo devuelven a los incautos el producto de sus inversiones y si las cosas funcionan como van, en Colombia desaparecerá la pobreza en poco tiempo".

Si las autoridades y los miles de espejos de personas estafadas no han logrado crear la conciencia suficiente para que personas no sigan cayendo en las trampas de estos negocios, no pretendo hacerlo yo con mi artículo. Pero les deseo la mejor de las suertes. Y ojalá donde hoy están abiertas las puertas de par en par, seduciendo con las bondades de ese interés desbordante y el milagro multiplicador del dinero, en unos meses no vayan a quedar solo los avisos. los funcionarios que hoy atraen a los nuevos inversores no vayan a desaparecer con la misma facilidad con la que hoy están recaudando el dinero y que aquellos inversionistas que se dejaron seducir, no tengan que coincidir en decir con poco aliento, "nos robaron".

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