Así como en el fútbol

Este año, y en especial por estos días, Colombia anda en medio de un ambiente político, casi como el ambiente que se respira en Sudáfrica por el fútbol. Y no es para menos, los colombianos también tuvimos, un mundial digno de agitar banderas y resonar vuvuzelas, nuestro muldial político; Colombia 2010.

Los últimos dos mundiales políticos, de nuestro país, los ha ganado la selección Uribista, en manos de un director técnico, paisa, digno de admirar por su trabajo hecho durante estos ocho años. Sin embargo, cada cuatro años, siempre existe, así como en el fútbol, una pre eliminatoria, de las selecciones aspirantes a ganar el mundial.

En la anterior pre eliminatoria, Colombia contó con algunas selecciones bastante interesantes; la selección de Vargas Lleras, la selección de Petro, la selección verde, la Santista, la liberal, algunas selecciones independientes, y por supuesto, la selección entusiasta, la conservadora, que nos daría a los colombianos, el placer de ver el mejor clásico político protagonizado por Noemí Sanín y Andrecito Arias.

Así como en el fútbol, con el pasar de los días y el trabajo arduo de las selecciones, respaldado por sus resutados y sus antecedentes, inspiran cierto grado de confianza, apoyo, y empiezan a aparecer las selecciones favoritas, las que ganan seguidores, también las que pierden y las que decepcionan.

Personalmente, en éste mundial político, mi selección favorita era la de Vargas Lleras, pero tras quedar eliminada en primera ronda, en la final decidí agitar las banderas por el equipo Santista equipo que hoy celebra airoso su triunfo, con goleada, del nuevo presidente de Colombia, ante la selección verde. Selección, que así como el fútbol, muchos seguidores esperaban mejores resultados, y con gran esfuerzo lograron llegar a la final, pero desinflaron a miles de hinchas bajo cualquier pronostico.

Hubo otras selecciones, de las cuales se esperaba un mejor trabajo, por su gran trayectoria y experiencia mundialista, como las selecciones conservadoras y liberales que no han logrado mucho en los últimos mundiales. Sin duda, dejaron claro, que así como en el fútbol, el mejor, no siempre es el que gana, la experiencia muchas veces cuenta, pero no siempre el de más experiencia es el de mejor resultados.

Redes sociales como Twitter, me han permitido conocer las múltiples reacciones de los hinchas de ambos equipos que disputaron esa gran final. Es normal, que los ganadores estén felices, independientemente del tipo de juego que hayan jugado en el torneo; muchos equipos han ganado finales con sólo penaltis inexistentes, o con autogoles del otro equipo, pero ganaron.

También es normal, que los hinchas del equipo perdedor, estén tristes, desanimados, hagan pataletas, huelgas, hablen mal del otro equipo, etc. Lo digo yo, que viviendo a unas cuadritas del estadio El Campín, me he acostumbrado a ver las pataletas de los hinchas capitalinos de Millonarios y Santa Fe, cuando su equipo pierde; y ya para nadie es secreto, que ese fenómeno de derrota se da con bastante frecuencia.

No estoy de acuerdo, cuando dicen que en este mundial político en Colombia, lo ganó el abstencionismo, lo perdió la democracia. Así como en el fútbol, si un partido lo ganara el equipo que más hinchas lo acompañaran; en la final disputada entre Santos y Mockus, un verdadero clásico político, es totalmente válido el triunfo de Santos.

Fueron nueve millones de hinchas, que respaldaron el triunfo, aunque es posible, que muchos no hayan sido hinchas fieles, y su ánimo de apoyo se vio motivado por la alegría de ver perder a Mockus. Así como en repetidas ocasiones, uno como buen paisa, amante al buen fútbol, en medio de la afición capitalina, lo hace más feliz, el hecho de ver perder al Santa fe, que de ver ganar a Millonarios.

Sólo nos queda esperar, que la selección ganadora, sepa defender su título, sepa demostrar que es una selección digna del triunfo, y cada día demuestre a sus seguidores, a los que respaldaron su triunfo, incluso a quienes no lo hicieron, que están dispuestos a luchar por la inequidad, la pobreza, el desempleo, y los muchos otros problemas con los que acarrea este país.

Así como en un mundial de fútbol, hay un ganador cada cuatro años, en nuestro país también, pero los equipos nunca dejan de entrenar, los jugadores nunca pierden la guerra, nunca dejan de prepararse y cada día se despiertan con la esperanza de ser cada vez mejores y aportar mucho más a sus selecciones.

Éste último mundial político en Colombia, dejó claro, que hay varias selecciones de muy buen nivel, de buen juego, que tienen toda la garra, el empuje, el emprendimiento y la motivación para hacer de Colombia cada vez un país mejor. Selecciones que sin duda, esperamos y anhelamos seguir viendo presentes en cada mundial político de nuestro país.

De espaldas a la política

Hace un par de semanas que se viene escuchando hablar de los polémicos decretos de Emergencia Social, hechos con el fin de darle una re oxigenación al sistema de salud en Colombia; el problema, es que esta re oxigenación, al parecer, va en contra de las garantías y los derechos a la salud que deben tener los ciudadanos.

Algunas personas expresan no afectarles este tipo de decisiones políticas, otras se ven directamente afectadas; algunas personas de estas protestan y hacen valer sus derechos -así poco sean escuchados-, otras se conforman con hacer la voluntad del Gobierno, que finalmente decide por ellos sin importar cuáles sean las consecuencias de estas decisiones.

Es paradójico que la gente exprese no interesarle la política, como lo decía en alguna de mis columnas anteriores: “Alguien definió la política como el estudio de quién obtenía qué, cuándo y cómo para un beneficio común. (...) Y yo la definiría como la búsqueda de acuerdos entre las personas para darle solución a una problemática, con el fin de alcanzar el progreso que beneficie a toda una sociedad.

Muchos colombianos a través de la historia se encuentran frustrados por la ineficiencia y el poco trabajo de algunos políticos que con base, en emotivos discursos, sin dar respuesta ni cumplimiento a sus promesas, ayudaron a formar un concepto, tal ves erróneo, de lo que esta significa: Corrupción, engaños, sobornos, opresión, mentiras, etc.

Podrían ser estos motivos muy válidos para que las personas, muestren un relativo egoísmo e indiferencia, pero como diría el congresista Nicolás Uribe: “Quién sea apático, y diga no meterse con la política, la política termina metiéndose con él”.

Más de una persona en estos momentos, puede experimentar de primera mano que la política se mete con ellos, por ejemplo, las víctimas de los decretos de Emergencia Social, cuando se dan cuenta de que el tratamiento para su enfermedad no está incluido en el POS; tratamientos o medicinas de las cuales, en ocasiones, pueden depender sus vidas.

A esto, hay que sumarle la tergiversación que algunos medios de comunicación hacen al proporcionar información y las consecuencias que esto trae.

Regularmente, suelen finalmente generarse ese tipo de show mediático, que lo único que logra es escandalizar a las personas. Hay desinformación, y hay pocas personas interesadas en obtener la verdadera información.

Tal falta de interés, es debido a la imagen aburrida que tiene la política, por lo cual, muchas personas prefieren ocupar su tiempo en otras actividades que para ellos pudieran ser más productivas.

Puede sentirse gran impotencia, pero la solución no está en decir: Gobierno corrupto, en ser indiferentes con los temas políticos, que posiblemente sin darse cuenta, se está formando menos conocimientos en estos temas que les permita proporcionar la suficiente información para que el pueblo pueda expresarse participativamente.

La política, es una de las herramientas más efectivas para hacer valer los derechos como ciudadanos, por el simple hecho de poder ejercer el voto y de poder elegir a las personas que en el poder van a tomar las decisiones por el pueblo.
Entre menos nos guste la política, más debemos ejercerla como derecho ciudadano.