Epílogo de una tumbada anunciada

Epílogo de una tumbada anunciada

Si las autoridades y los miles de espejos de personas estafadas en el país a manos de las famosas pirámides, no han logrado crear la conciencia suficiente para que no sigan cayendo en las trampas de estos negocios, no pretendo hacerlo yo con mi columna. Pero les deseo la mejor de las suertes. Y ojalá donde hoy están abiertas las puertas de par en par, seduciendo con las bondades de ese interés desbordante y el milagro multiplicador del dinero a los incautos que aún quedan, en unos meses no vayan a quedar solo los avisos. Y estos inversores no tengan que coincidir en decir con poco aliento “nos robaron”.

De esta forma cerraba una de mis columnas publicada hace un par de semanas, Lo que nadie sabía era que en menos de quince días iba a ocurrir lo que muchos esperaban que pasara, -pero no tan rápido- y que además marcaría el inicio de una historia apocalíptica para muchas personas. Pero seamos sinceros: La mayoría de personas saben que las pirámides son negocios fraudulentos, sólo que guardan la muy poco ética esperanza de que la cadena se rompa después de ellos.

Muchas personas hipotecaron sus casas, vendieron sus carros, realizaron prestamos y pusieron en juego dinero que hoy gracias a esa estafa les permite decir con muy poco aliento: "me dejaron en la ruina". Lo más preocupante, es que la avaricia de estas personas ingenuas que se motivaron a apoyar estas empresas con sus inversiones, y lo que apenas comienza como un problema de un “selecto grupo de inversores”, se verá reflejado de forma negativa en la frágil economía Colombiana, de igual forma se verá su impacto social; generando violencia, frustraciones, etc.

Muchas personas desconocen la magnitud del problema que genera en una región la quiebra de estos sistemas. Desconocen aún el por que personas como Guillermo Botero, -presidente de Fenalco- se encuentran preocupados por los problemas económicos que esto conlleva, y por lo cual ha pedido al gobierno señalar emergencia económica en el país, -estado de excepción que reviste el Gobierno de facultades para poner freno a situaciones como la ocurrida con el fenómeno de las pirámides; el poder ejecutivo podría dictar medidas extraordinarias, sin esperar la aprobación de proyectos de ley del Congreso de la República-.

Sin duda los dos billones de pesos que estas empresas lograron sustraer del mercado, se verán reflejados en una disminución del consumo en la temporada navideña que se avecina. Es casi imposible que el comercio se comporte positivamente, ante la falta de plata de las personas que se dedicaron a salir de lo que tenían para invertirlo en esas pirámides.

Tal vez en las ciudades grandes la crisis desatada no se evidencia, al contrario de lo que sí ocurre en las ciudades intermedias y en los municipios. -como lo expreso el señor Botero en sus últimas declaraciones-. Son dos billones de pesos que al pueblo le costará tiempo recuperar, y como si no bastara con la crisis en la que se encuentra la economía mundial, se le suma esta crisis en la que no sólo cayeron incautos poco educados sino, antes que nada, ambiciosos de todos los estratos.

Estas personas estaban llenas de esperanza debido al dinero que pensaban recibir. Incluso muchas personas pensaron que sus vidas cambiarían, -como me lo dijo un amigo de la universidad cuando vendió su moto para invertir el dinero- ahora, no tiene moto, y su continuidad en la universidad peligra debido a las deudas tras la estafa, -no se equivocó, sin duda su vida cambió-.

La violencia que se ha desatado tras los fraudes, ya deja tres muertos. Personas resentidas al ver que lo poco que tenían hoy se ha esfumado y su pensamiento de dinero fácil y libre de trabajo, lo llevará hoy, -gracias a su ingenuidad-, a trabajar mucho más duro para recuperar el dinero perdido.

Cuando nos acordamos de aquel tiempo de colonización, en donde los indios cambiaban su oro por espejos, nos da risa, pensamos en lo pendejos e ingenuos que fueron al haberlo hecho, pero, ¿qué diferencia tiene con lo que esta pasando con estas estafas?. A los indios de esa época, los tumbaron por bobos. A los indios modernos los tumbaron por vivos; la mayoría de las personas eran conscientes de que se trataba de un fraude, pero le apostaron a sacar sus ganancias antes de que la pirámide se cayera. A los ingenuos de hoy el cálculo les falló: a los indígenas por lo menos les quedaron los espejos.