Ya llega el Niño Dios...

Hoy es el sexto día de las novenas de aguinaldo, faltan tres días para que nazca el niño Dios. Muchos niños tienen la ilusión, de tener su regalo de navidad. Por estos días, la natilla, los buñuelos y aquellas antiguas tradiciones que han trascendido de generación en generación, empiezan a resaltar en los hogares.

El pasado sábado, me reuní con unas amigas para compartir uno de esos momentos agradables que trae consigo la navidad. El tiquete de entrada a la natillada, era una bolsa de panadería con unos cuantos buñuelos para compartir entre amigos. Otras personas, aportaron su grano de arena con leche, cajas de natilla, galletas de navidad, gaseosa, etc. El único fin; pasar un momento agradable entre amigos .

Es gratificante como estos tiempos, cambian el ánimo de las personas, las incita a despertar ese espíritu de unión, de compañerismo, de revivir esas tradiciones de realizar las novenas de aguinaldos, de compartir lo poco que se tiene con los demás. Como estos tiempos, logran persuadir con facilidad las dificultades que se puedan tener; las deudas, la escasez de dinero o cualquier otro sentimiento que pueda entorpecer la alegría de la navidad, que pueda opacar las sonrisas que queramos, o no, salen por estos días.

Para algunas personas, la navidad se puede hacer difícil al recordar acontecimientos pasados, que en algún momento dañaron alguna navidad y marcaron nuestras vidas. Me incluyo entre ese grupo de personas, porque siendo muy joven, por cosas de la vida, terminé yéndome de la casa. Fueron casi cinco amargas navidades, donde la soledad, fue mi única fiel confidente y acompañante de mis caminos.

Sin duda son circunstancias que marcan la vida de las personas, y recordar esas situaciones por estos días puede tornarse doloroso. De la misma manera, muchas personas tendrán sus motivos para no hacerle buena cara al ambiente navideño. Quizá a muchas personas les falte seres queridos que extrañaran en estos tiempos y frustrará la alegría que debería haber al celebrar tan maravillosa tradición.

Hace dos años, gracias a Dios, tuve la fortuna de volver a compartir de nuevo estos tiempos especiales al lado de mi familia. Allí me di cuenta del verdadero valor que trae, compartir estas fechas al lado de las personas que amamos, al lado de las personas que queramos o no, siempre van a hacer parte de nuestras vidas, personas participes de que seamos las personas que somos en estos momentos.

Como dicen popularmente, cuando lo tienes, lo aborreces. Cuando lo pierdes, lo anhelas. Algo parecido me pasó, al haber perdido a mi familia por un par de años: Siempre reconoceré, que es mejor dejar el orgullo a un lado, que la navidad sea un pretexto para reconciliar todo tipo de diferencias que se puedan tener con las personas; familiares, amigos, vecinos, etc.

Que esta alegría de la navidad, ayude a persuadir e irradiar la tranquilidad, la paz, el aprecio, el amor y todos los sentimientos bonitos, que se deben evocar para traer prosperidad a nuestras vidas, no sólo en estos tiempos, en todas las épocas del año. Feliz navidad para todos.