Costos de la informalidad

Costos de la informalidad

Hace una semana cuando el triunfo del Deportivo Pereira me invadía de felicidad, otra situación me pondría a pensar y reafirmar lo que académica y teóricamente muestra que el fenómeno de la informalidad económica, económicamente podría ser viable, más socialmente no. Como dicen popularmente, no hay felicidad completa.


Y menos cuando se encuentra con personas de mala fe que con sus actos desdicen del buen nombre y siembran la inseguridad en una actividad comercial que como ellos, muchas personas se levantan día a día a buscar un sustento, a ganarse la vida de la mejor forma y en donde encuentran en el comúnmente llamado rebusque su sustento económico.


En el partido Pereira – Quindío, decidí ir a apoyar al equipo matecaña en su muy buena campaña, al llegar al estadio y ver muchas personas con el ánimo de ganarse una platica con la venta de boletas y no con la intención de estafar a los que iban con la ilusión de ver una victoria de su equipo, opté por hacerles el gasto y apoyar su trabajo y el esfuerzo que hacen gritando por varias horas; “compro y vendo boleta que sobre”.


¡Oh! sorpresa de sorpresas cuando al llegar a la entrada del estadio con una sonrisa de oreja a oreja me devolvieron con el rabo entre las piernas por que la boleta que le había comprado a aquel vendedor informal resultó ser falsa.


Es allí donde la eficiencia de este sector de la economía puede ser viable; el hombre hizo su trabajo, legal o ilegalmente su esfuerzo le dio dinero por esa noche y bien contento debió llegar a su casa. Así como lo hace el narcotraficante, de la misma forma como el contrabandista entra y saca mercancía clandestina, prohibida y sometida a evadir impuestos, aranceles, etc.


Pero este panorama se pone en la balanza con la llamada justicia social, donde se cuestiona a cambio de qué generan sus ingresos estos timadores. La respuesta no es una gran sorpresa, es una cruel realidad que pone en evidencia la estafa contra la propiedad y el patrimonio financiero que le pertenece a todos los colombianos, incluyendo a nuestra generación y a las generaciones futuras donde lastimosamente siempre los más vulnerables han sido, son y seguirán siendo las personas de bajos recursos.


Será que aquellas personas de mal actuar que sólo piensan en su bien particular no se han puesto a pensar en las buenas inversiones que se podrían hacer con el dinero que el gobierno invierte anualmente tratando de hacerle frente a la corrupción, al narcotráfico y con los dineros que deja de percibir el gobierno en impuestos por parte del sector informal.


Es mucho el esfuerzo que han hecho los gobiernos con este sector y los encuentros que han tenido con el fin de legalizar o no este fenómeno, pero es muy difícil cambiar la mentalidad de las personas; un egoísmo individual que sobrepasa el deseo de aportar su grano de arena para un bienestar colectivo. Es por ello que no se ha logrado un acuerdo con este sector y es triste ver en ocasiones los vendedores ambulantes corriendo de los camiones de la alcaldía para salvar sus mercancías.


Hay que hacer un mérito y reconocer el esfuerzo que hacen aquellas personas que se guían por la formalidad de sus actividades comerciales y aportan a esa cultura de la legalidad, y así como los hinchas del Deportivo Pereira esperamos ver nuestro equipo algún día campeón, los hinchas de la legalidad, la honestidad y la rectitud esperamos ver nuestro país en las mejores condiciones sociales, políticas y económicas que los corruptos hasta el momento se han encargado de truncar.